Una empresa local de la mayor favela brasileña, Rossinha, en las afueras de Río de Janeiro, ha empezado a intercambiar comida por tapones de botella. Se utilizan para fabricar monopatines.
Cada monopatín se compone de unos 500 tapones de botella. Se desmenuzan, se funden, se moldean y luego se cuecen en un horno de pizza industrial convencional. Un monopatín de este tipo puede fabricarse en sólo dos horas.
Según el responsable del proyecto, Arian Ryegani, sus monopatines están fabricados al 100% con plástico reciclado.
«No somos una fábrica de monopatines, somos más que eso. Queremos crear un centro de reciclaje aquí en Rossigny», dijo Raegani.
Según él, esta favela produce 230 toneladas de basura cada día, pero allí no hay instalaciones de reciclaje y gestión de residuos. Para eso Rayegani creó la empresa.
«Hoy trabajamos con el plástico, pero mañana queremos poder reciclar el papel, el metal, el vidrio y otras cosas. Queremos traer a la siguiente generación, traer a los niños para que aprendan sobre ello, para prevenir el problema», dijo el autor del proyecto.
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El plástico es un material barato y muy común. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza calcula que cada año se producen en el mundo más de 300 millones de toneladas de plástico. De ellos, al menos 8 millones terminan como residuos en el agua.
Las micropartículas de plástico acaban a menudo en el cuerpo de los animales marinos y, como no pueden digerir el plástico, éste les daña por dentro o se convierte en un caldo de cultivo para parásitos y bacterias. Como consecuencia, muchos animales mueren.
Las micropartículas de plástico también entran en el agua y en los alimentos que usted y yo comemos y bebemos, a través del marisco o del agua de mar depurada. Los componentes tóxicos de los plásticos se depositan en nuestro cuerpo y algunos de ellos tienen propiedades cancerígenas demostradas.